Era un día lluvioso, el intestino estaba tranquilo y distraído sacándole nutrientes a la última paella de Maria, cuando notó que sus aún jóvenes componentes musculares empezaban a temblar, sacó su celular* e hizo una llamada ardiente a su amante, el recto.
Cuando descolgó, con voz amorosa le susurro al oído..
- Cariño … la hemos cagao!
FIN
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