jueves, 5 de febrero de 2009

La ropa vieja

Cuando llegué a Madrid, la cosa no fue tal y como yo esperaba. Durante una temporada, fuí dando tumbos de un trabajo a otro con la esperanza de que algún día encontrase uno donde se me valorase y tuviese una remuneración acorde con mis años de Facultad y experiencia.Lo que viene a ser “el sueño americano español”.

Cada mañana, sobre las 7:30 abandonaba mi habitáculo para dirigirme al trabajo, y cada jornada coincidía con otros tantos trabajadores, que al son de una silenciosa canción, iniciaban su procesión hasta el transporte público.

Un día, me percaté de que el edificio que esta frente al mío, coincidía en mi salida con una chica de unos 26 años , de pelo largo y por su ropa, socialmente bien situada. Yo me preguntaba, dónde estaría empleada, quien sería, ¿que habría estudiado?.

A medida que iba pasando el año, unas veces me la encontraba y otras no, de sus ausencias yo deducía sus vacaciones, viajes de empresa o bajas médicas falsas, que seguro un amigo médico le daba a cambio de favores sexuales o entradas para el fútbol.

Con el tiempo empecé a ascender en la multinacional que me había contratado, gracias a ello, mi estilo de vida comenzó a ser más holgado y mis nuevas obligaciones, exigían que mi imagen de “estudiante” fuese renovada. Por este motivo, un sábado de Octubre, a eso de las cuatro de la tarde, saqué a los contenedores dos bolsas llenas de ropa ajada y vieja. Pasó entonces lo inevitable, allí las olvidé.

El extraño fenómeno ,por el cual aún acudo a mi psicoterapeuta cada Lunes a las cinco en Gregorio Marañon, aconteció el 22 de Noviembre , una mañana, al salir de casa, me encontré de espaldas con mi vecina cerrando la puerta. Hasta ahí todo correcto, eso si, llevaba puesta mi chaqueta vaquera de segundo de carrera, el jersey que me regaló mi padre y mis zapatillas llenas de agujeros preferidas. Le daba un aire muy roquero.

Mi adormilada inteligencia, me llevó a desarrollar la teoría de que era una coincidencia o que se trataba de una adicta a las compras, que con la crisis, había optado a robar las bolsas de basura con ropa de la calle, para saciar su ansiedad.

A partir de ese día, mi vecina cambió. Iba por la calle riéndose a carcajadas , corría para ir a todas partes e incluso a palidecer, mientras yo cada vez engordaba más y cogía más color. El tono de mi pelo se aclaró pero el colmo de los colmos, fue cuando mi vecina Paula, empezó a llamarle por mi nombre…Este ha sido el golpe más duro de toda mi vida asique para que no me tomaran por loca, adopté la personalidad de mi vecina.

Una mañana, salí de mi casa a eso de las 7:30 y noté como alguien golpeaba ligeramente mi espalda.Me di la vuelta y allí estaba la ladrona de identidad sonriendo.

-QUE! le dije de malas formas y sin ganas.

-Te puedo preguntar una cosa,vecina.-dijo-¿Qué has estudiado?


Nunca la volví a ver más.



FIN

2 comentarios:

Germánico dijo...

Todos tus relatos son tan... subrreales!! xDDDD

Me encantan!!!

Nefertari dijo...

Me uno a lo dicho por Germánico, me ha encantado este ^^